... Aquella noche, había sido, se puede decir, una noche normal en la vida de Gualter, una noche en vela más, sin descanso, atormentado por sus pensamientos, por su cama deshecha, por el cenicero lleno de colillas de cigarros, por el olor, el denso olor de su habitación: a orines, humo de tabaco, restos de comida, y a hiel.
Gualter, casi no sabía nada de aquellos demonios, duendes y pequeñas criaturas
que le acompañaban en la noche, en sus
pesadillas, tan solo que desaparecían con la medicación. El Haloperidol era capaz de vencerlos a ellos, a sus amigos, y junto a ellos podría vencerlo también a él...
No hay comentarios:
Publicar un comentario