... Los dos jugábamos
gozosos y reíamos. Aquellas tardes junto a Fran recuerdo que me colmaban de
felicidad, y me hacían olvidar los motivos que me llevaron hasta él. Quería
estar bien despierto y agudizaba todos los sentidos para saborear toda la dicha
que me ofrecía el verano. También en lo más profundo de mi, temía que todo aquello
se desvaneciera pronto cuando simplemente las vacaciones llegaran a su fin, y
que volviera la desventura y la melancolía a mi joven vida para velar los días
que me quedaran por vivir. Por el contrario, quería luchar contra mi fatalidad
y me aferraba a la compañía de Fran, llegando incluso a olvidarme de su lado
más exasperante con el propósito de afianzar más si cabe nuestra amistad...
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